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El instante límite del amor, AR1648
(Por Gastón Pendini) - Camino apresurado hacia la salida del departamento ubicado en Marcelo Torcuato de Alvear 1563, en Capital Federal, Buenos Aires. Son aproximadamente las 13 horas; el sol es abrazador, la humedad asfixiante como en enero, pero estamos en marzo. Cuando estoy en la vereda miro a la derecha y el Uber no viene, 20 minutos después Mariel (mi esposa), me dice en la aplicación están designado a otro chofer, este ciclo se repite un par de veces más, empleamos otra app, y ocurre lo mismo.
Cerca de las 14 horas, le pido a la encargada del edificio si por favor me puede pedir un taxi, amplio, porque tengo mucho equipaje, y debo ir al Aeroparque Jorge Newbery. Las suspensiones de las apps, provocaron que el tiempo sea tan agobiante como el clima. 24 horas antes, arribamos de Brasil a nuestro destino final Neuquén, luego de unas vacaciones soñadas en familia, en el estado de Santa Catarina, en Bombinhas.
Finalmente 14:21 aparece un taxi en versión utilitario de una marca francesa de vehículos, podemos acomodar todos nuestros bártulos en el baúl. Nos sentemos los tres en parte posterior; me olvidaba también estaba con nosotros Gael, el hijo que tenemos con Mariel. Entablamos una conversación con quien conducía, y nos comenta que la ciudad está colapsada porque hay un corte de luz. En ese instante, entendemos porque tantas cancelaciones de las otras empresas.
Nuestro vuelo AR1648 está programado para las 16:20, estamos en la fila para despachar el equipaje cerca de las 14:45, luego del periplo para llegar al aeropuerto, la cantidad de gente era similar al tránsito en la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, una persona de la línea de bandera de Argentina, con gran precisión indica porque mostrador deben pasar los distintos pasajeros, de esta forma acelerar la burocracia de esta diligencia. A las 15:10 tenemos en mano, nuestros tickets, con antelación escogimos los asientos, estábamos dentro de los parámetros horarios para poder llegar en tiempo a la fila de embarque, que está indicado para las 15:20.
Una vez dentro de la zona para abordar el avión, me suena el teléfono celular, es mi concuñado, Daniel, me indica que no corramos porque el vuelvo se reprogramó para las 17 horas; y nos esperan en la puerta 26. Ellos también viajaron con nosotros, en total somos 8 integrantes de tres familias, dado que la hermana de Daniel con su hija también formó parte de la aventura a Brasil y el retorno a Neuquén.
A las 16:45 comenzamos el abordaje al avión, a las 17 comienza a desplazarse la aeronave por la pista, con las explicaciones de parte del personal de asistencia de cómo proceder en caso de una emergencia, cuyos pormenores también son en inglés, pero es dudosa la pronunciación. 17:05 las turbinas del Boing 737-800 con capacidad para más de 170 personas, acelera sus motores a máxima revolución, logro visualizar por a la ventanilla que hay 2.350 metros, en un cartel ubicado sobre el pasto al costado del asfalto. Sin embargo, la pista del aeropuerto Newbery tiene 2.690 metros; en los instantes finales cuando la nave comienza a elevarse un estruendo muy fuerte se oye, en un primer momento pensé que era uno de los brazos del tren de aterrizajes que se guardó con una violencia más habitual de lo normal.
Como es corriente la aeronave se dirige al río de La Plata, pero no sube con la potencia que lo hace normalmente. Da la sensación que va hacia otro lado, dibuja un círculo en el cielo y sigue una línea recta hacia el norte sobre el agua arcillosa que se visualiza desde la ventana. Mariel que está en la ventanilla, y no es amante de volar, una vez concluido el despegue ocluye la ventana. La intranquilidad me comienza a invadir, al ver que transcurrían los minutos no subíamos. Desde la fila de asientos que estaba justo frente a mí, seguía viendo el curso de agua, desde una fila más adelante podía distinguir edificios.
A las 17:45 el comisario de a bordo informa que vamos aterrizar en Ezeiza dado que el avión presente desperfecto técnico. Las manos comenzaron a transpirar, el corazón late con mayor intensidad; sin intensión de preocupar a Mariel, le toco el hombro derecho, dado que está con los auriculares puestos y le indico lo que está ocurriendo. Entra en desesperación, en un intento fallido no logro calmar, miro a mi alrededor y el pánico comienza a ganar protagonismo. Nuevamente, el sonido particular de los anuncios, y la voz del capitán quien explica calmado que vamos a tener un aterrizaje de emergencia.
Continua la alocución, pero en la voz del responsable del personal de cabina, indicando que un minuto antes del aterrizaje debemos colocar la cabeza entre las piernas tal como indica el folleto que está ubicado en el asiento de adelante, por un posible impacto.
Mi hijo Gael, rompe en llanto, está posicionado en la parte central de fila de tres asientos. Su angustia fue la que me ubico en el rol que debía cumplir, e hice que tuviese algo de que aferrarse en un instante de pánico. No podía parar de pensar que injusto sería que todo concluya de esa forma, rápidamente, mis pensamientos eran una proyección en la vida de Gael. Sólo va experimentar el amor de hijo hacia sus padres, pero no podrá descubrir las otras facetas de este maravilloso sentimiento, entre otras cuestiones que la vida nos presenta.
A las 17:55 tocamos tierra, nos colocamos con la cabeza sobre las rodillas, como nos fue instruido; ayudo a Gael a ubicarse de manera correcta, un instante antes tense su cinturón y el mío en la zona de la cadera. No pude evitar en el momento del aterrizaje en pasar mi brazo izquierdo sobre su espalda, en un intento de protección. Lo vi respirando con agitación, entonces comencé a decirle que tome aire por su nariz y la exhale por boca. Todo fue mucho menos, de lo que mi cabeza imaginó antes. La pericia del comandante y de todo el personal hicieron que el protocolo se cumpla y que sólo sea una anécdota. Los aplausos fueron un desahogo ante el miedo, la persona que estaba justo a mi lado del otro lado del pasillo, estrecho mi mano como una expresión de alivio.
Cuando llegamos a la zona de espera para que nos asignen otro avión, no podía para de pensar, esos pensamientos estaban combinados con una melodía. El tema Bruno Mars y Lady Gaga, die with smile (morir con una sonrisa): “Si el mundo se estuviera acabando, querría estar a tu lado Si la fiesta terminara y nuestro tiempo en la Tierra se acabará Me gustaría abrazarte solo por un rato Y morir con una sonrisa” (…). Que contradictorio y egoísta, quizás, pero estaba con las personas que amó en un instante límite.
Mindfulness y el miedo
El miedo es una de las emociones humanas más primitivas y fundamentales. Su función es protegernos de amenazas reales, pero en la vida moderna, muchas veces se activa ante peligros imaginarios o situaciones que no representan un riesgo inminente. El mindfulness se ha convertido en una herramienta poderosa para gestionar y enfrentar los miedos, permitiendo que las personas vivan con mayor serenidad y claridad mental.
✅ Uno de los principales beneficios del mindfulness en la gestión del miedo es el desarrollo de la conciencia corporal. Muchas veces, el miedo se manifiesta físicamente en forma de tensión muscular, respiración entrecortada o palpitaciones aceleradas. Al practicar mindfulness, aprendemos a reconocer estas sensaciones sin resistencia, aceptándolas como parte de la experiencia sin que nos dominen. Esto nos permite reducir la intensidad del miedo y evitar que se convierta en una crisis de ansiedad.
✅ Además, el mindfulness ayuda a reconfigurar nuestra relación con los pensamientos temerosos. En lugar de identificarnos completamente con ellos, podemos observarlos con distancia y cuestionar su validez. Por ejemplo, si una persona siente miedo de hablar en público, el mindfulness le permite notar los pensamientos catastrofistas ("Voy a hacer el ridículo") sin darles un peso absoluto. Con la práctica, se aprende a desactivar estos patrones mentales negativos y a reemplazarlos por una perspectiva más equilibrada.
✅ Otro aspecto clave del mindfulness en la gestión del miedo es la aceptación. Muchas veces, el miedo se intensifica porque tratamos de reprimirlo o evitarlo. Sin embargo, al aceptar su presencia sin resistencia, este pierde parte de su poder. En lugar de luchar contra el miedo, el mindfulness nos invita a observarlo con curiosidad y compasión, permitiéndonos avanzar a pesar de él.
✅ Por eso es importante practicar la respiración, la meditación.. no sabemos en que momento la vamos a utilizar, ya que es una herramienta fundamental para relajar el sistema nervioso. Esta experiencia y en el relato de Gaston Pendini nos permite abrazar la incertidumbre, atravesar el miedo y aceptar la realidad que estamos viviendo.
MARIEL YUFFRIDA.-